Sabrina Critzmann es pediatra y se especializó en puericultura, lactancia y crianza de niños pequeños. Entre otras cosas escribió “Hoy no es siempre. Guía práctica para una crianza respetuosa”, y desde ahí desmitifica algunas ideas sobre los recién nacidos, cómo fuimos criados y cómo criar desde un lugar más sano y positivo.
Según la profesional, la crianza respetuosa no son pasos a seguir. “Se basa en considerar las infancias y adolescencias como sujetos de derecho y personas a respetar. Esto tiene que ver con cómo se ha visto a la infancia durante mucho tiempo”, explica Critzmann, que también es especialista en porteo. “Nos basamos en el paradigma del adulto que tiene todas las respuestas, que está regulado con sus emociones y eso también significa mucha presión para los adultos, porque muchas cosas nos cuestan o no sabemos cómo manejarlas”. Ahí, explica, aparece el castigo hacia los chicos, el reto, el golpe. “¿Por qué se nos ocurre que golpeando a una persona muy pequeña va a aprender algo? Con miedo no se puede aprender nada. A nosotros no se nos ocurre golpear a un compañero de trabajo porque no aprende algo que nos parece que debería aprender”, cuestiona.
En su libro desarrolla la idea de que la crianza respetuosa no es una opción, sino que es necesario para construir una sociedad más saludable en donde se pueda pedir permiso, disculpas y construir límites entre todos. “La crianza respetuosa es el lugar en el cual nos paramos para ver a la infancia. Es un camino difícil porque nos interpela y nos hace repensar nuestra infancia. La violencia nunca es excusa: pedir permiso y disculpas también es un acto de amor y respeto”.
- ¿Por qué es necesario hablar de crianza respetuosa?
- La violencia existe. En una investigación en Argentina, el 46% de los adultos admitió haber usado la violencia en la crianza. Y hay que pensar que ese porcentaje corresponde sólo a los que son sinceros, porque hay muchas cosas que no son consideradas violencia pero sí lo son: pellizcarlos, tirarles de la oreja, un chirlo, un grito. Uno puede tener esas reacciones, pero lo importante es parar a repensarlo: “acabo de gritar, ¿cómo puedo hacerlo de otra manera?”
En casa usamos mucho la frase: “acá no nos lastimamos” y nos sirve para buscar otras formas. Los niños hacen berrinches, es su manera de lidiar con las emociones, y los adultos también. Yo los invito siempre a pensar cuándo fue la última vez que lo hicieron: porque no había algo en el supermercado, porque no pude usar el home banking. Perdemos la calma rápidamente y a los chicos les exigimos mucho cuando en realidad todos nos frustramos, es parte de la vida. Pero parece que a los chicos les pedimos que regulen sus emociones con herramientas que hasta a nosotros nos falta construir.
- Cuando uno transita la “mapaternidad” hoy se da con que hay mucha información circulando sobre lo que se puede o no hacer ¿cómo seleccionarla?
- Todo el tiempo se están estudiando cosas y siempre es importante conversarlo y decidir en familia. Por ejemplo, con respecto a la alimentación infantil siempre decimos “que el árbol no tape el bosque”, es decir, más allá del método para empezar a comer: papilla o BLW (alimentación complementaria a demanda), lo más importante es la calidad de los alimentos y compartirlos en familia.
- Hablando de alimentación, ¿el método BLW se recomienda para un bebé?
- En 2001 cambió la recomendación de inicio de alimentación complementaria por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que decía que a los tres o cuatro meses el bebé empezaba a comer y pasó a ser recomendable darle comida a los seis meses. Ahí aparece el Baby Lead Weaning (BLW), conocido como un método de alimentación complementaria autorregulada o a demanda.
Un bebé de seis meses tiene un desarrollo diferente porque puede auto gestionar un trozo de comida blanda. El BLW es un método de alimentación perceptiva en donde el bebé está sentado, con la familia y puede coordinar sus músculos, tocar y tomar los alimentos y definir qué cantidad ingerir. Con la alimentación complementaria los niños exploran la comida. No hay que obligarlos a comer. El chantaje de una cucharada más por la mamá y la abuela ‘que hizo la comida’ no va más”. Esa es una de las causas de los problemas de alimentación en los chicos.
También la alimentación es una oportunidad para que la familia revise sus hábitos alimenticios y pueda modificarlos por otros más sanos. Si a un bebé no le doy determinada comida podemos ponernos a pensar “¿por qué comemos esto?”. Lo ideal es ofrecerle al bebé lo mismo que come la familia.
- ¿Qué es el “movimiento libre”?
- Se basa en estudios que realizó la médica Emmi Pikler en un orfanato de Hungría. Allí observó el desarrollo motor de las infancias y se dio cuenta de que no hace falta intervención de un adulto ni de aparatos específicos. No hace falta pararlos a la fuerza ni levantarles los brazos. Todos esos procesos se van a ir dando en niños y niñas sanos, a su debido tiempo si les ofrecemos condiciones como un ambiente preparado y la mirada amorosa del adulto. No es necesaria ni una colchoneta, porque del suelo no se va a caer. Tampoco hace falta muchos juguetes, sino la presencia amorosa de un adulto que le hable y lo acompañe.
Por supuesto eso tiene que venir acompañado de los controles pediátricos en los que se irá evaluando la salud del chico. Si tiene 18 meses y se sienta, hay que analizar eso, por mencionar un ejemplo.
- ¿Cuáles son las recomendaciones sobre la lactancia materna?
- La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia exclusivamente materna durante los primeros seis meses de vida, de ahí se pueden introducir alimentos sólidos como complemento de la lactancia materna durante dos años o más. Pero lo fundamental para mí es hablar del deseo de cada mamá que amamanta. Las puericultoras también acompañan cuando no hay deseo de lactancia. No se puede obligar a alguien a hacer algo que no quiere y los profesionales no podemos juzgar.
No hay situación ideal, pero para que haya lactancia debe haber un acompañamiento de cada familia y de mucho más arriba: la lactancia es un hecho social, si volvemos a los 3 meses a trabajar es difícil continuar con la lactancia, con pocos días de licencia por mapaternidad y sin condiciones adecuadas en los trabajos.
- Pareciera que lo más difícil de sobrellevar es la falta de sueño en un bebé durante los primeros meses ¿qué es lo esperable?
- Hay que tener un poco paciencia y pensar que es un cerebro en formación. Para dormir como adulto que ser adulto y a veces ni ellos duermen igual. Socialmente está más aceptado que el adulto no duerma pero en la infancia hay que pensar que necesitan de nuestra presencia. Así como aprenden de a poco a caminar, aprenden de a poquito a dormir. Cuando nos llaman dormidos o para pedirnos un vaso de agua, en realidad está viendo si estamos disponibles para ellos. No es que nos manipulan sino es algo que construyen para sentirse seguros.
El sueño va madurando hasta los seis años. Las conexiones nerviosas para dormir se dan de a poco y esto nos invita a pensar qué hacemos, como familia, antes de dormir: ¿hay celulares encendidos, o la TV no se apaga? ¿Podemos irnos a dormir todos a las 22 o no?
Los chicos pequeños tienen el ciclo de sueño corto porque eso protege a su cerebro, de la muerte súbita, esto es algo que no se dice pero es una estrategia biológica del cerebro. Después van creciendo y duermen más de corrido aunque, en algunos momentos, cuando camina o aprende a decir algunas palabras vuelven los despertares porque su cerebro va procesando todo eso que es nuevo.
- ¿Los pies descalzos enferman?
- No enferman. No es una obligación andar descalzo, si el adulto siente que es mejor que ande con medias que se las ponga al bebé. Pero los chicos no se enferman por tener los pies descalzos porque, al igual que con las manos, perciben el mundo a través de ellos. Captan texturas para aprender del mundo. Está bueno también no dar explicaciones a otros y hacer lo que cada familia considere mejor.
- ¿Cómo acompañar los llantos y berrinches de nuestros hijos?
- Los berrinches van a suceder siempre porque son parte del desarrollo sano de una persona. No hay que pensar en los demás en esto, que no nos importe el otro que mira en lugar de acompañar.
Si el chico quiere un chupetín y llora, también hay que pensar que está cansado, que hay que hacer una cola en el súper o lo que sea. Y ahí entra también la responsabilidad social. Si hay un chico desregulado, en lugar de darle una mirada condenatoria, ¿no podemos dejarlo pasar en la fila? Es un niño y no puede esperar. Tiene, dos, tres, cinco años, qué bueno sería aportar como sociedad eso.
- Ahí también entra el tema de los límites…
- Claro, porque el chupetín que no le compro tiene que ver con la construcción de un límite que no tiene que ser enojo o castigo. Hay que darle una explicación, pero no tanta. Habrá un berrinche seguro porque hay frustración. Entonces hay que validar el sentimiento, abrazando, acompañando, poniéndonos a su altura. Pero el límite es un borde seguro que se va construyendo y puede hacerse con calma y de manera firme.